miércoles, 23 de mayo de 2007

Infancia robada

El fin de la inocencia. Tres chiquillos deben superar la trágica pérdida del hermano de uno de ellos. Enfrentarse a una tediosa suma: sentimientos de venganza, culpabilidad y dolor más la nada liviana experiencia de crecer. Una edad difícil. O, como acierta en pronosticar su título original: Doce y aguantando

En un pueblecito de la América profunda, territorio predilecto del cine indie estadounidense, se ambienta este drama inherente a la vulnerabilidad y lo impredecible. De un inquietante realismo, su guión, abrupto y estéticamente impecable a partes iguales, se adentra en el intrincado punto en el que adolescentes y adultos chocan. Cuando los supuestos maduros se refugian en su dolor e inseguridades. En última instancia, la historia versa del amor incondicional que los niños profesan hacia sus padres y hasta dónde son capaces de llegar para sentirse queridos, para asegurarse la estabilidad y felicidad entre los suyos.
Después de cuatro años y bastantes intentos en falso, este es el segundo largometraje para Michael Cuesta. Considerado ya el Truffaut contemporáneo por sus logrados retratos de la brecha que media entre el fin de la niñez y la primera adolescencia, su método consiste en no juzgar a sus personajes, limitándose a observarlos. Confía en su instinto emocional por el que no titubea al correr el riesgo de enseñar en sus filmaciones las heridas de la sociedad. Palabra clave de su vocabulario: explorar. Más que aleccionador, pretende ser incitador de su público, hacer que se planteen preguntas y discutan las posibles soluciones.

Los tres púberes que la protagonizan destilan sinceridad, dolor y rabia. Este trío protagónico lleva los nombres de Conor Donovan (Infiltrados), Jesse Camacho y Zoe Weizenbaum (Memorias de una geisha). El tiempo en pantalla de los adultos es más corto. El elenco maduro lo constituyen grandes actores que transmiten hábilmente la complejidad requerida en un sucinto espacio de tiempo, Linus Roache y Anabella Sciorra.

Cuando realmente está planteado como algo sanador y purificante, habrá quien concluya que es un filme cínico, pesimista. Cosa que no es de extrañar si se tiene en cuenta que se asoma a temas tan peliagudos como la muerte, la soledad y la incomprensión sin siquiera indicios de comicidad.

No hay comentarios: