lunes, 16 de abril de 2007

El peso de los secretos

Después de la boda. Jacob se ha dedicado por completo al orfanato para niños de la calle pero, carente de fondos se someterá a las condiciones requeridas por el posible inversor que lo salve del cierre, teniendo que enfrentarse al mayor dilema de su vida
Con la ayuda humanitaria como telón de fondo, se mezclan muchas situaciones delicadas, cargadas de tensión emocional y enfrentamientos entre unos personajes sólidamente interrelacionados. Infinidad de planos cortos la componen en busca del detalle y ubicados con acierto en un montaje amigo de pocos artificios.

Es la extensión natural de las cintas Te quiero para siempre y la bélica Hermanos (Brødre), ganadora en San Sebastián de las Conchas de Plata a la mejor actriz (Connie Nielsen) y actor (Ulrich Thomsen) en 2004. Nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa y con dos candidaturas a los Premios del Cine Europeo en su haber, supone la consagración internacional de la realizadora danesa (habitual del género melodramático) Susanne Bier, recientemente fichada por Hollywood para la producción de Dreamworks Things We Lost in the Fire.

Gran narradora de historias, acostumbra a llevar a sus personajes al límite en un entorno inesperadamente patas arriba. Todas distintivas por la implacable intimidad procedente de la utilización de la cámara en mano, sus películas comparten cimientos con los de la obra de Lars von Trier o Thomas Vinterberg. Y es que con todo el estilo de los filmes Dogma
—aunque el certificado ya no se expida— y con un argumento de secretos familiares, podría parecer la secuela de Celebración, de Vinterberg. Hay escenas casi clavadas, como la celebración de un cumpleaños, con un brindis dedicado al homenajeado aderezado con confesiones, ante familiares y amigos, de verdades embarazosas.

Las intensas interpretaciones surgen encabezadas por el siempre brillante Mads Mikkelsen, villano en Casino Royale y partícipe de la épica El rey Arturo y la española Torremolinos 73. Su compañera de reparto es Sidse Babett Knudsen, ya a las órdenes de Bier en El amor de mi vida. El triángulo se completa con el leitmotiv de la trama, simbolizado por el personaje al que da vida Rolf Lassgård.

Si todo lo que hace reflexionar y aprender es bueno por definición, esta película es muy buena más allá (si cabe) de su factura —eficaz fotografía enmarcada en una realización y planificación excelentes—, su preciso y cerrado guión y sus intérpretes.

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